Por Antoine Fobe, jefe de campañas de la EBU
En febrero de 2016 la Comisión Europea puso en marcha un proyecto piloto basado en la introducción de una tarjeta europea de discapacidad. El objetivo del proyecto es ayudar a que las personas con discapacidad puedan viajar con más facilidad entre los distintos países de la Unión Europea, creando un sistema voluntario de reconocimiento mutuo de la condición de discapacidad y una serie de prestaciones asociadas a una tarjeta europea de discapacidad, a la que de ahora en adelante nos referiremos como “la tarjeta”. La tarjeta garantiza igualdad de acceso a prestaciones transfronterizas para las personas con discapacidad, en especial en las áreas de cultura, ocio, deporte y transporte. La tarjeta es válida en todos los países de la Unión Europea que participan de manera voluntaria en el proyecto. En octubre de 2017 ocho Estados miembro de la UE se inscribieron en el proyecto piloto: Bélgica, Chipre, Estonia, Finlandia, Italia, Malta, Rumanía y Eslovenia.
La tarjeta no armoniza los criterios o normas nacionales de elegibilidad. Es tarea de los Estados miembro decidir quién cumple los requisitos para recibir la tarjeta, haciendo uso de la definición nacional de discapacidad, así como determinar el proceso de obtención de la misma. Para poder obtener esta tarjeta habrá que contar con un certificado de discapacidad de uno de los Estados miembros participantes; la agencia gubernamental responsable en materia de discapacidad en tu país o región de origen será la encargada de emitir la tarjeta. Se han creado portales web específicos para cada uno de los países participantes para informar y asesorar a los ciudadanos interesados. Véase la sección correspondiente del sitio web de la Dirección General de Empleo y Asuntos Sociales de la Comisión Europea.
Además de la limitación geográfica: ocho países de los 27 Estados miembro de la UE, la mayoría de los cuales son relativamente pequeños en tamaño y población, el interés práctico de la tarjeta está limitado por los siguientes factores:
- Su alcance material no es el mismo en todos los países participantes, hay países, por ejemplo, que solo se centran en el área cultural y deportiva, mientras que otros pueden también incluir el transporte e incluso la compra de ciertos productos.
- Los proveedores de servicios de cada uno de los países participantes pueden decidir libremente si desean formar parte o no del programa de la Tarjeta Europea de Discapacidad; estos son proveedores tales como museos o compañías de transporte, que al visitar deseamos estén en situación de reconocer nuestra condición de persona con discapacidad.
Esto quiere decir que la tarjeta puede ser de utilidad para un determinado servicio en uno de los países participantes pero en otro no, por lo que es necesario averiguar por adelantado qué servicios hay en cada país. Por otra parte, las ventajas a las que tienen acceso los titulares de la tarjeta para un servicio determinado pueden variar de un país a otro y cambiar con el paso del tiempo. Se pueden consultar los portales sobre la tarjeta que tiene cada país antes de organizar un viaje o estancia en otro país de la UE, pero no siempre están lo suficientemente actualizados.
Además, al unirse al programa los países participantes pueden elegir entre dos versiones de la tarjeta, esto es, con o sin la letra “A” en la esquina derecha. Solo las tarjetas con la letra A ofrecen reducciones y otras ventajas al asistente personal del titular de la tarjeta. Esto genera confusión cuando el titular de una tarjeta con letra A viaja a un país que emite tarjetas sin la letra A y viceversa.
Aunque el proyecto piloto ciertamente es decepcionante para los ciudadanos con discapacidad que quieran viajar, no deja de ser interesante desde el punto de vista de la creación de políticas, dado que pone de relieve las lagunas que existen en la actualidad en la legislación europea a través de lo que la tarjeta NO cubre. Ya mencionamos que no armoniza normativas nacionales sobre discapacidad o la concesión de prestaciones, lo cual no discutimos, pero lo que es más problemático, y a decir verdad decepcionante, para los ciudadanos con discapacidad es que:
- La tarjeta solo demuestra que se tiene una discapacidad reconocida de manera oficial en el país de origen; la tarjeta no otorga este reconocimiento oficial en el país que se visita.
- La tarjeta por sí misma tampoco te da acceso a los descuentos y prestaciones de las que disfrutan los residentes del país que se visita, ya que la participación de los proveedores de servicios de los países participantes es voluntaria.
Ya solo por estas limitaciones tan importantes la tarjeta, tal como se concibe en el proyecto piloto, tiene un impacto muy limitado a la hora de mejorar la libertad de movimiento de las personas con discapacidad en la UE.
Plenamente consciente de las limitaciones la Comisión Europea comenzó en 2019 la evaluación del proyecto piloto. Se encargó a asesores externos la tarea de realizar un estudio de evaluación a fin de obtener una revisión, análisis y evaluación concisos y exhaustivos sobre la implementación del proyecto piloto, para facilitar la posibilidad de la implementación más amplia de la tarjeta en la UE.
La Comisión Europea anunció en su comunicado de 3 de marzo de 2021 sobre la Estrategia de la UE sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad 2021-2030 que para finales de 2023 propondrá una Tarjeta de Discapacidad para toda la Unión Europea, como instrumento de reconocimiento mutuo de la discapacidad, incorporando la experiencia del proyecto piloto todavía vigente, así como la de la Tarjeta Europea de Aparcamiento para Personas con Discapacidad.