Los pasados meses de noviembre y diciembre estuve haciendo prácticas en la oficina ejecutiva de la EBU en París. Fue una experiencia fantástica trabajar con y para la EBU, en parte porque me brindó la oportunidad de participar en el Parlamento Europeo de Personas con Discapacidad (European Parliament of Persons with Disabilities, EPPD) el día 6 de diciembre de 2017.La magnitud del evento fue asombrosa; se celebró en el corazón de la Unión Europea, Bruselas, y asistieron cientos de personas; se dijo que el salón de plenos rara vez se había visto tan concurrido como lo estaba ese día. Sin embargo los organizadores consiguieron prestar en todo momento asistencia y atención personalizada.
La primera actividad del día fue una visita guiada por el edificio del Parlamento Europeo y una presentación con información básica sobre la Unión Europea y su funcionamiento. Se hicieron preguntas importantes y se aclararon malentendidos; a pesar de que llevo varios años estudiando Organizaciones y Relaciones Internacionales me pareció una parte muy interesante del programa y me alegro de no habérmelo perdido. Aunque la presentación fue formal, la interacción entre el presentador y nuestra “delegación” dio como resultado reflexiones muy interesantes.
Al evento asistieron varios sectores interesados, como representantes de organizaciones de defensa de derechos y miembros del Parlamento Europeo. Lo que a mí me pareció más extraordinario a nivel personal fue un eurodiputado que es sordo y que se hizo cargo de dirigir algunas de las rondas de debate. Fue genial ver como controlaba a la multitud usando un martillo de madera (en vez de usar el oído o el habla), con muchísima seguridad y siempre con una amable sonrisa.
El salón de plenos (el hemiciclo) me impresionó mucho, pero no así las rondas de debate que allí se sostuvieron: en mi opinión la forma estaba ahí, pero el contenido no estuvo a la altura de lo que hubiera esperado o deseado, en términos de diálogo, críticas específicas sobre políticas o discusiones en profundidad.
Conforme se acercaba el término de la jornada tan solo quedaron en la sala alrededor del 10% de los asistentes iniciales, si tuviera que aventurar la causa, diría que esto pudo deberse a que el programa consistía principalmente de personas pidiendo más inclusión y explicando su visión de futuro: una sociedad más inclusiva. En definitiva, aunque todas las peticiones son valiosas, en mi opinión el programa se hizo algo repetitivo y falto de diálogos más amplios que pudieran haber dado lugar a debates más constructivos.
No obstante, considero que es importante que se celebre este evento, tanto ahora como en el futuro; ya que consigue que el foco de atención se centre en eso que todos queremos: poder ser parte de la sociedad y participar en ella, en especial los jóvenes, que se convertirán en los legisladores del mañana.
Otra razón por la cual participar en el EPPD fue una gran experiencia es que fue una oportunidad para conocer y hablar con personas de generaciones y países distintos, todas ellas involucradas en este campo y apasionadas de la inclusión social; ¿quién sabe qué fructíferas colaboraciones surgirán de este encuentro?
Por Frieda Dijkhof, estudiante de Organizaciones y Relaciones Internacionales.